Se han de derribar murallas y suprimir trincheras para poder vernos cara a cara y comprobar, que nuestras palabras pueden ser agua clara y esa agua puede cruzar fronteras y hablar en todos los idiomas de la tierra y hemos de hablar con el corazón de todo cuanto sentimos. No importa mostrar heridas, ni de aquello que sentimos. Lo importante es: derribar la muralla que nos separa y suprimir la trinchera donde nos escondemos cada día. Nuestro mayor sufrimiento está en suprimir la armonía, que aunque cada dia nos sale al encuentro nos negamos a ella y nos escondemos, ignorando que lo que más necesitamos es; mirarnos en el espejo de los otros, para poder hablar, reír o llorar y comprobar, que las murallas y las trincheras creadas son de otra época y no nos son útiles para vivir la vida.
Sin embargo una palabra, una mirada o una sonrisa son sinónimo de sabiduria, de amor y alegria...
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