Con el tiempo y en el tiempo se sufren muchas transformaciones. Nuestra piel acusa los agentes exteriores y el corazón aunque sea una máquina es de una sensibilidad sorprendente, por donde pasan todas nuestras vivencias. Nuestros sentidos van a cien por hora, así es natural querer vivir la vida a tope. Queremos sentir: todas las emociones, viajar, coronarnos de gloria y exponernos a todos los peligros como si con ello pudiéramos saciar nuestra sed de infinito. Sin embargo, el dolor no entra en nuestro plan de vida.
Sin darnos cuenta vamos dejando por donde pasamos algo de nuestra luz, algo de nuestra esencia, que es la verdadera razón de la vida. El equipaje de nuestra existencia nos pesa de tanto acumular personas y cosas...
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