Sin saberlo hoy estamos unidos para andar en un mismo camino y es bajo el cielo malva del atardecer donde están los senderos que habremos que andar. Todo comienza con un solo paso y aun sintiendo el cansancio de los días y los años, nos uniremos a la interminable caravana, en ese sendero que une la tierra y el cielo.
Somos millones y cada uno lleva consigo a su Dios personal y no importa la raza ni las creencias, importa más la hoguera encendida, que está en el centro de nuestra vida. La caravana de humanos avanza lenta. Muchos van descalzos y las túnicas blancas ondean como banderas. Estamos en Navidad, donde la dimensión humana no cuenta y nos volvemos pequeños para pensar en los lugares remotos de la tierra, donde están las profundidades de las miradas de otros hombres. Estamos rodeados de misterios humanos. A nuestro lado caminan astronautas que llegaron al espacio, sabios que el mundo a ignorado, científicos y también gente del pueblo, gente sencilla.
Es Navidad y hemos de hacer un alto en el camino, para brindar por la PAZ , mirarnos a los ojos y comprobar, que a pesar de ser millones, no podemos evitar amarnos
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