El gran problema: volver a creer en la eficacia del amor. Una eficacia que tiene poco que ver con todas las del mundo, sean del signo que sean. Una eficacia que con frecuencia es invisible. Los hombres han empezado a sospechar, que las mentiras son más útiles que el corazón. En el amor ya solo creen los niños y unos pocos ingenuos o locos. Si todos estos seres dejaran de creer en el amor, entraríamos automáticamente en la edad glaciar.
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