Podemos mirar al hombre: como un objeto, como un número, como un obstáculo. Lo que el otro es para mi y yo para él depende de lo que los dos queramos ser uno para el otro y aquí ya entra la libertad personal. Nadie se basta a si mismo, todos necesitamos de todos, de algo de alguien, de vida, de amor, de comprensión, de saber. Pocas cosas acercan tanto como un viaje. Comenzamos por sentarnos cortesmente uno junto a otro, conversamos y al final del viaje ha nacido un mutuo conocimiento, la simpatía, la amistad y quizás el amor...
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