Nuestra alma es testigo de lo invisible, los ojos humanos solo ven lo visible. Hay que pararse un momento para contemplar los pueblos y ciudades y buscar el lugar concreto donde estamos nosotros, que somos los testigos del movimiento continuo y no vemos, que en la pasividad y el silencio hay una tarea, que pasa desapercibida y que sin ruido ni prisa va cambiando el sentido del mundo, que vivimos. Testigos de oscuridades y silencios, nos hemos vuelto tan sabios como para intuir aquello que no vemos...
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