A veces conviene usar la indolencia de: no pensar, no desear, resumir las ideas y asumir, que la mayor felicidad está en esa ola que te lleva al fondo del mar...
En ese fondo de azules cambiantes, los sentidos están suspendidos. Sólo la profundidad nos da la visión de que el optimismo no está en la superficie, sino en el interior de uno mismo...
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