El ocaso no tenia prisa en derramar sus colores, sólo tú ibas corriendo ignorando ese paisaje de tonos ocres...
El silencio era como un niño adormecido, pero tu silencio estaba en otro sitio...
La penumbra te arropaba, pero tu calidez te cubría como si fuera un abrigo...
Los sonidos eran ecos contenidos de ladridos de perros y risas de niños, pero solo escuchabas la música de tu alma...
El ocaso nada sabe de tu vértigo continuo, haciéndote ignorar, las maravillas que dejas atrás...
No hay comentarios:
Publicar un comentario