Cada rincón era una penumbra, donde se intuía que su morador era, el silencio...
El silencio recorría el largo pasillo, se dormía en el fogón, donde nadie jamás cocinó...
A eso de media tarde, el silencio se asomaba al balcón para esperar a su señor...
Nada más que lo veía, ocupaba el mejor sillón y esperaba a ese otro silencio, que nunca entendió...
En el ser humano, siempre hay dos silencios: el que el hombre lleva y ese otro, que le espera...
El silencio recorría el largo pasillo, se dormía en el fogón, donde nadie jamás cocinó...
A eso de media tarde, el silencio se asomaba al balcón para esperar a su señor...
Nada más que lo veía, ocupaba el mejor sillón y esperaba a ese otro silencio, que nunca entendió...
En el ser humano, siempre hay dos silencios: el que el hombre lleva y ese otro, que le espera...
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