Vivir sólo de amor

Si nos paseamos por el desierto de la vida, podremos ver muchas hogueras encendidas, que ofrecen su calidez en las noches frías...
Todos tenemos en nuestra vida un extenso desierto, dónde el mayor peligro no está en perdernos, sino en no encontrar la calidez de los sentimientos...
Nuestra pequeña hoguera, aunque apenas es visible, crea un circulo invisible, dónde lo imposible puede ser posible...
Muchas hogueras del desierto de la vida se han apagado y otras aun tienen los rescoldos de un amor, largamente soñado, que nunca llegó...
Por eso nuestro fuego personal tiene que arder, para vivir sólo de amor...

Tecnología personal

La extraña tecnología de nuestra vida personal es una rara osadía dónde nuestro pensamiento es un viento de rapidez supersónica, tanto como para pasarse de largo los sentimientos y ahí nos quedamos tan contentos...
Cualquier experto en psicología puede ver lo mal que usamos la sabiduría de la vida y la realidad nos dice, que el hombre puede prescindir de lo que pueda sentir. O sea; el hombre usa su propia tecnología personal, que es demasiado sobria y dura...

Lo esencial

Aunque seamos sabios y nuestra existencia sea una eterna primavera, olvidamos lo esencial:
Compartir la tierra con los seres olvidados...

Otros paisajes

El cansancio que nos lleva, no está en la largura del camino sino en el infinito de otros paisajes, dónde otros hombres llevan el cansancio en sus caminos...
Quizás sea porque: los cansancios ajenos también son nuestros...

Dos palabras

Algo tan simple como pueden ser dos palabras, tienen la fuerza capaz de penetrar en nuestra alma...
El momento también cuenta y el lugar también importa, porque esas dos palabras pueden llegar a profundidades insospechadas...
Lo poco, siempre se agranda ya sea breve o pequeño. Lo cierto es que muchas palabras sobran y otras son los silencios, los que hablan...

El espacio personal

A veces la tranquilidad se sobresalta cuando el mecanismo del pensamiento se salta la norma de estar en silencio...
A esas horas de la noche tanto entramos en una jungla como en un desierto...
La tranquilidad deseada casi nunca encuentra espacio, porque el pensamiento llena todo nuestro espacio...
A veces el desaliento nos da tanto cansancio, que no contamos las horas, sino las derrotas de no poder contener las olas del pensamiento y es casi siempre por la noche cuando más sentimos y oímos. Por ejemplo: oímos el goteo del grifo del vecino o el llanto de un niño del último piso, pero también oímos el latido de nuestro corazón y esta es una emoción, que el pensamiento analiza con precisión...
Cuando la tranquilidad no llega, nuestro ser se subleva y ahí empieza la guerra con la intranquilidad.
No hay ningún sistema para poder huir, sólo podemos intentar resistir a las visiones interiores...

Curar heridas

La ausencia de una presencia puede dejar una herida en nuestra vida e incluso puede cambiar el sentido de los años y los días...
Lo esencial quizás no sea mirar atrás, sino curar heridas...