Vamos de concierto

La noche es esplendida y da gusto adentrarse por el sendero serpenteante...
Nuestro atuendo habrá de ser informal y como al afamado director le dio por escoger la cima de un monte, nuestro calzado habrá de ser lo más cómodo posible...
Hay tanta gente que lo mejor es taparse los ojos, porque lo esencial  será escuchar...
Y así, con los ojos cerrados imaginamos que nos sumergimos en la profundidad azul del mar...
Imaginamos, la blancura de una ola rompiéndose entre las rocas, donde miles de gaviotas alzan el vuelo...
Nos hacemos capaces de cruzar las nubes, arrastrados por el siseante sonido del viento...
Tendremos la sensación de caer mansamente sobre un trigal dorado...
Las notas de este singular concierto serán capaces de adormecernos y llevarnos en volandas a los escenarios de la niñez...
Tendremos la sensación de que la música acaricia nuestra piel...
Y de repente, el apoteósico final nos hace volver a la realidad...Cuando la realidad, nadie la quiere...La realidad es abrir los ojos y contemplar lo vulgar que puede ser la vida...
Paciencia y a esperar otro concierto, que buena falta nos hace cerrar los ojos y soñar...

Intrigas de palacio

Antiguamente sólo habían intrigas en las casas señoriales y en los palacios...La plebe, o sea la gente del pueblo no podía permitirse el lujo de las intrigas que usaban los grandes señores...
E intrigas las había de todas formas y colores...

Hoy todo tiene el sello de la intriga, del misterio y lo curioso es que no nos basta con la que hay...

Fruto de la imaginación se han creado personajes para que el niño se acostumbre a los monstruos de ciencia ficción, para que aprenda a moverse entre todas las intrigas posibles...
Los adultos ya nos movemos en el intrigante laberinto de la vida y aunque parezca mentira es dificilísimo no caer en las garras de alguna que otra intriga...Hay muchos callejones sin salida, demasiadas autopistas, donde el vértigo de la velocidad forma parte de una intriga más...

El sueño de una noche...de invierno

Es de noche y llueve mansamente...Mientras ponemos nuestras ideas en orden, salimos al jardín...
Una larga hilera de caracoles dan cuenta de sus artes marciales, dirigiéndose hacia el gran macizo de flores...
A esas horas y con el sueño en las pupilas a nadie se le ocurriría lanzarse a la caza de esos animalitos...
Lo más normal es coger el camino más corto que va a la alcoba. Penetrar en ella y sentir ese regusto de completa paz...
Afuera, la lluvia arrecia y nosotros nos dejamos envolver del abrazo de las sábanas, e indolentemente echamos mano a ese compañero que relaja nuestros cansancios: el libro...
Es asombroso pero, personalmente, no paso de una página...Me invade una armoniosa pasión: la del sueño...
El "Sueño de una noche de verano" es ligero, pero el sueño de una fría noche de invierno es asombrosamente profundo.

La buena sombra

No podemos evitar sentir una extraña sensación de soledad y desamparo cuando cruzamos esa larga calle, donde el vacío parece llenar todo el espacio...Los ojos, habituados a ver rostros humanos, el olfato, a percibir aromas y el oído,  a escuchar las voces y los sonidos...
El hombre no acaba de acostumbrarse a la extraña sensación del vacío absoluto...Y ahí va él, arrastrando la única compañía posible: su propia sombra...
Nuestra propia sombra es fiel a nosotros, no nos abandona y su silencio nos hace un gran bien...
Nada hay mejor que esa sombra que se agranda o empequeñece a igual que nosotros ante las circunstancias de la vida...

La extraña felicidad

La felicidad era ser precisamente lo que nunca quiso haber sido: un simple ciudadano de a pie...
La felicidad era, aquel paisaje inamovible que le había acompañado desde que nació, cuando él había soñado en ir y venir por el ancho mundo...
La felicidad era: sentirse libre, en la soledad acogedora del hogar, cuando hacía poco no sabía vivir sin estar rodeado de amigos...
La felicidad era: ser  lo que era, un ser normal, cuando había estudiado para abogado y no aprobó...
Ahora era lo que nunca quiso haber sido, pero con la particularidad de sentirse él mismo...
Podemos ser lo que seamos, no importa tanto allá donde estemos, lo esencial es ser lo que somos y disfrutar con ello...

El hogar, dulce hogar...

Las casas han sido desde siempre un refugio...
Hace años los hogares estaban casi vacíos de muebles y enseres...Eran lugares fríos, dónde lo único que te hacía entrar en calor era estar en contínuo movimiento...Se quitaban las malas hierbas del jardín, se arreglaban armarios y lo que menos se hacía era: estar sentado...Los niños corrían por la casa, medio vacía de muebles y cosas superfluas...
Pasados los años comenzaron a llegar las comodidades: el sofá mullido, la butaca orejera, el calor de una buena calefacción y ahí empezó la pereza...
Las malas hierbas invadieron el jardín, los armarios dejaron de estar ordenados y los niños vieron reducido su espacio de juegos...Las conversaciones dejaron de tener sentido pues la televisión era la única voz con voz,capaz de acallar cualquier sonido...La lluvia ya no llamaba la atención y el frío se quedó de puertas afuera...Y de esta manera, nos hemos quedado maltrechos y sonmolientos, sentados o echados en el mullido sofá, que nos costó una pasta y encima pagamos un gimnasio, que también cuesta una pasta...

El grito...

Después de alzar tanto la voz ya no nos queda el grito en la garganta y los ojos sólo miran horizontes cuya angostura espanta...
Llorar ya no lloramos, ni tan siquiera hacemos el esfuerzo de quejarnos...
Ahora nos sentimos atraídos por complacernos a nosotros mismos...
Pero sé que aún existen la ternura y el silencio, envueltos en suave textura y sé que existen horizontes donde poder dialogar...
Palabras a media voz, palabras del silencio, donde cada letra busca su lugar, para dialogar...
El dialógo es a veces silencioso, pero se hace capaz de desgranar esa palabra largamente silenciada y olvidada, que es: Amar...