Hay un momento en la vida en que la vitalidad baja a limites insospechados...
Uno se deja caer en los propios abismos creados y aunque parezca increíble, todo empieza en nuestra mente, en dónde más que pensar, se anula la forma de pensar y nos olvidamos de estar donde estamos: la vida...
El esfuerzo por superarnos , más que animarnos, nos desanima y decae nuestra estima y de ahí van apareciendo; males extraños. Como pueden ser: la supresión del optimismo o el descontento con uno mismo...
Nuestro mundo interior es, un reloj de máxima precisión, que hace salir al exterior, la poca atención que nos tenemos...
La lucha por conservar la eterna juventud nos dice que necesitamos: la textura de la ternura, el contacto con la alegría y el roce del optimismo, para conservarnos íntegros en nosotros mismos...
Uno se deja caer en los propios abismos creados y aunque parezca increíble, todo empieza en nuestra mente, en dónde más que pensar, se anula la forma de pensar y nos olvidamos de estar donde estamos: la vida...
El esfuerzo por superarnos , más que animarnos, nos desanima y decae nuestra estima y de ahí van apareciendo; males extraños. Como pueden ser: la supresión del optimismo o el descontento con uno mismo...
Nuestro mundo interior es, un reloj de máxima precisión, que hace salir al exterior, la poca atención que nos tenemos...
La lucha por conservar la eterna juventud nos dice que necesitamos: la textura de la ternura, el contacto con la alegría y el roce del optimismo, para conservarnos íntegros en nosotros mismos...