Las verdaderas sorpresas de la vida nos llegan a veces poco a poco y silenciosamente, otras son como el estallido de una pompa de jabón, pero muchas de las sorpresas las dejamos pasar sin más...
Después del largo invierno, la primavera nos llega con su explosión de color y los aromas de esta nueva estación, cuando aún estamos apeados en esa otra estación de la rutina...
No es extraño no ver las sorpresas, que nos regala la naturaleza, los cambios de las personas, la floración de los árboles...
Lo tenemos todo sabido y asumido, lejos de sorprendernos seguimos en el lugar de la rutina, que apenas aporta sorpresas a nuestra vida...
La comodidad humana anula el arte de sorprenderse, para mirar solamente el pequeño rectángulo, donde nos movemos o vivimos...
Hemos de coger el tren de lo sorprendente, para vivir en vivo y en directo, las mayores sorpresas de nuestra vida...