Dejar pasar las horas contemplando ese paisaje tan conocido y sabido de todos nuestros sentidos y no cansarse de escuchar lo que nos habla sin palabras de todo cuanto sentimos: mirar esa nube que corre, escuchar el llanto de un niño, oír el rumor del río...
La serenidad es un lugar dónde sentirse estremecido y de tanto mirar y escuchar, descubrir la paz en nuestro camino.
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