Propongo un viaje en tren. Vamos sentados al lado de la ventanilla y tras ese cristal se suceden paisajes, horizontes y cielos cambiantes, pero ni los miramos. el tren va lleno y estamos rodeados de personas desconocidas, que ni las miramos.
En fin, no sacamos conclusiones de nada ni de nadie y encima nos aburrimos. Pues bien , hay que intentar escuchar el murmullo de las voces o el balbuceo de un niño, intentar captar la belleza de una persona para ver más allá de su belleza, captar la tristeza en los ojos del que se sienta a nuestro lado. No es simple curiosidad es: sentir en nosotros emociones y sensaciones, que a lo largo del día ya no sentiremos...
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