Una y otra vez nos cruzamos con rostros humanos en el paisaje urbano, pero ignoramos ese ir y venir de la aceleración ajena..
La prisa no nos deja opciones para ver: esa sonrisa que en un semáforo, se nos ofrece de forma gratuita...
La prisa es: el enemigo número uno del peatón y el conductor, del motorista y el ciclista...
Nadie ve nada que, no sea su prisa...
La efervescencia nos canta, nos insinúa, nos da la alerta, pero la prisa nubla nuestra vista...
Y en esa ola violenta por llegar adonde sea, convertimos nuestra vida en una odisea de película, por cierto, bastante ridícula...
En la prisa que nos lleva, pasamos volando bajo la arboleda...
En el coche, el derroche de la prisa, borra hasta nuestra sonrisa y la prisa se corona como: reina y señora...
Y cuando por fin llegamos, la prisa se desmorona, pero sigue estando ahí a lo lago de las horas...
Ya me diréis de que vale, eso de tanto correr...
La prisa no nos deja opciones para ver: esa sonrisa que en un semáforo, se nos ofrece de forma gratuita...
La prisa es: el enemigo número uno del peatón y el conductor, del motorista y el ciclista...
Nadie ve nada que, no sea su prisa...
La efervescencia nos canta, nos insinúa, nos da la alerta, pero la prisa nubla nuestra vista...
Y en esa ola violenta por llegar adonde sea, convertimos nuestra vida en una odisea de película, por cierto, bastante ridícula...
En la prisa que nos lleva, pasamos volando bajo la arboleda...
En el coche, el derroche de la prisa, borra hasta nuestra sonrisa y la prisa se corona como: reina y señora...
Y cuando por fin llegamos, la prisa se desmorona, pero sigue estando ahí a lo lago de las horas...
Ya me diréis de que vale, eso de tanto correr...
No hay comentarios:
Publicar un comentario