Todo estaba a punto para el despegue y en cuestión de minutos íbamos a rozar el cielo...
No me refiero de un viaje en avión sino al gran viaje a nuestro cielo personal...
No tenemos alas, pero es como si las tuviéramos...
Aunque la mayoría de las veces volemos en círculos concéntricos, sin ir a ninguna parte, en ocasiones gozamos desesperadamente y en otras, sufrimos angustiosamente...Volamos de sensación en sensacion...
Las reacciones humanas son en su mayoría a lo superlativo, de manera que, siempre rozamos pedazos de cielo o infierno, según venga...
En nuestro cielo personal se concentran todos los horizontes...
Sin tener alas despegamos pero en vez de conducirnos nos conducen...
Siempre estamos esperando rozar "el séptimo cielo" y lo peor es, el descenso...
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