Mirar con el corazón es ver a las personas, los hechos y las cosas, desde una óptica diferente. Mirar no es ver, es más bien comprender lo incomprendido y sorprendernos de su misterio. El resultado de ver con el corazón es: vivir sensaciones y emociones muy personales. Mirar es: contemplar la vida desde distintos ángulos para ver al fin lo que nunca vimos: las profundidades inexploradas de los ojos humanos y leer en ellos el deseo de vivir una historia de amor.
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