Cansancio...

El cansancio, no nos viene del camino ni de las noches en blanco...
El cansancio lo  hemos ido arrastrando desde que nacimos y lo hemos ido llevando por todos nuestros caminos...
Sin contar las veces, que nos perdimos...

Pasos perdidos

Como siempre o casi siempre, nuestros pasos van perdidos...
Sin embargo ahí estamos en esa gran ciudad, que es la vida, intentando encontrar las ilusiones perdidas...
Penetramos en la jungla de calles desconocidas y nos hallamos tan fuera de lugar, como para buscar un bosque de verdad...
Entre los árboles, de silenciosa armonía sentimos una extraña conexión, capaz de hacer cambiar nuestra vida...
Entre el denso bosque, no estamos perdidos, más bien suspendidos en la emoción de saber, que cada árbol es un amigo...

Lo que más duele

Más de una vez habrás sentido como algo se rompía en tu interior...
Ese dolor es el dolor del alma el, que más duele y más heridas deja...
Para esa clase de heridas no hay medicina, pero si hay una forma de pensar muy efectiva, capaz de aliviar...
Las heridas del alma necesitan: palabras persuasivas...
No necesariamente hay que estar loco, para hablar uno mismo consigo mismo, porque: hablando se entiende la gente y con nosotros mismos, nos llevamos lo suficiente bien, como para entendernos y comprendernos...
Hay que sacar al niño, que llevamos dentro y llorar...
Llorar, no sólo cura sino, que nos hace madurar...

Sin palabras

Vamos hablar sin palabras, en el silencio...
Nuestro silencio será, una luz en el camino...
Sin palabras nos diremos lo, que jamás hemos dicho...
A veces, el silencio puede estar lleno de profundo contenido...

Los otros y nosotros

De los demás vemos y aumentamos los defectos y anulamos cualidades...
Somos, nunca mejor dicho: de ver demasiado...
La convivencia ideal es más un sueño, que una realidad...
Algo nos dice, que podemos estar equivocados con la idea personal, que tenemos de los demás...
Los gustos ajenos y los nuestros crean distancias, pero si los sabemos, es una forma sencilla de ganarnos a quien sea...
Es importante meterse en la piel de los otros, sondear los deseos, tener memoria para ser detallistas, sabiendo si el otro prefiere la leche caliente o fría...
Los otros igual a nosotros tienen sus horas bajas, sus buenos y malos días...
La buena convivencia además de paciencia, requiere que salgamos de nosotros, para hacerse capaz de comprender a ese, que a lo mejor no podemos ver...
Hay que recordar: las palabras pueden herir y desunir, pero también pueden curar y unir...

El niño que fuimos

Cuando eramos niños, muchas veces nos perdimos y ahora siendo adultos, nos sentimos perdidos...
No debimos dejar, aquella curiosidad por encontrar caminos porque: cuando eramos niños buscábamos la emoción de lo desconocido...
No debimos crecer, era mejor ser niño para jugar y correr...
Pero ya que hemos crecido, tenemos que aceptar nuestro propio camino, sin dejar de pensar en el niño que fuimos...

La melodía de la rutina

Bajo la lluvia de la rutina aguantamos chaparrones...
Pero, no somos capaces de escuchar la melodía de cada gota...