En la monotonía se condensa el espacio de nuestro cansancio.
Nos cansamos de la repetición, un lugar tan conocido y sabido, como para no darnos ninguna emoción...
Ni siquiera somos capaces de ver esa flor, que se abrió al amanecer. Lo nuestro sólo es llegar a lo mismo cada día y no podemos comprender la dádiva del amor de esa flor...
La técnica de la prisa, nos lleva siempre volando, no porque nos esperen, sino porque la rutina así lo quiere...
El encanto del paisaje, pocas veces nos sugiere plenitud, porque lo nuestro es vivir sin permitir pararnos a contemplar lo que la rutina nunca nos dará...
Los niños nos dan la ocasión de comprobar no sólo su crecimiento, sino sus nuevos conocimientos y ahí nos perdemos lo mejor si no estamos atentos; ver que fuera de la rutina, también está nuestra vida...
Nos cansamos de la repetición, un lugar tan conocido y sabido, como para no darnos ninguna emoción...
Ni siquiera somos capaces de ver esa flor, que se abrió al amanecer. Lo nuestro sólo es llegar a lo mismo cada día y no podemos comprender la dádiva del amor de esa flor...
La técnica de la prisa, nos lleva siempre volando, no porque nos esperen, sino porque la rutina así lo quiere...
El encanto del paisaje, pocas veces nos sugiere plenitud, porque lo nuestro es vivir sin permitir pararnos a contemplar lo que la rutina nunca nos dará...
Los niños nos dan la ocasión de comprobar no sólo su crecimiento, sino sus nuevos conocimientos y ahí nos perdemos lo mejor si no estamos atentos; ver que fuera de la rutina, también está nuestra vida...
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