Desierto, arena y viento...

La gran inmensidad que nos espera es: el desierto donde la arena y el viento nos llevan al silencio del desconcierto...
En esta inmensa llanura, que es el desierto percibimos la locura de entrar en la noche oscura de las dudas...
Cada paso es un portento y en nuestra alma desnuda sentimos el frío intenso de la noche del desierto...
Regresamos a la ciudad arrastrando el desaliento de nuestro propio desierto. Hemos dejado atrás arena y viento y ahora sabemos mucho de la soledad y del miedo...
El desierto de verdad queda ya lejos, pero en nuestros ojos hay; reflejos de arena cuya blancura está intacta...
Nuestro desierto personal es lo más concreto que tenemos y donde muchas veces nos perdemos. Sus noches frías son como las noches, de muchas noches de nuestra vida...
Las noches del desierto se llenan de estrellas, pero en las nuestras hay muchas ausencias...
Hay que buscar en el desierto de la vida el rastro de otras huellas, para poder compartir eso que se llama: vivir...