La pradera es un mar ondulante, dónde la brisa usa sin prisa su vocación: la caricia...
Los humanos siempre vamos con los minutos contados, nos satura la tensión y ese mar del verde prado, que es como un enamorado ofreciéndonos amor, no lo miramos...
El amor tiene facetas secretas y discretas, no asociadas a la pasión, sino más bien a la emoción...
El mar, siempre nos canta una canción de amor. La montaña, desde su altura se vuelve una criatura simple y pura, que nos invita a la ascensión, pero su pureza pocas veces nos llega al corazón...
El amor siempre nos espera en algún lugar; sea en la verde pradera o en los azules del mar...
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