Uno está tan feliz y de repente; una nube se asoma en el horizonte personal...
Ahí empieza el desánimo, el malhumor y la autoestima cae por los suelos...
Aunque no lo queramos, somos sensibles y esa nube que se asoma a lo lejos tiene el poder de borrar el mapa trazado en nuestra mente y anular la felicidad...
Esa nube, que avanza en dirección a nuestro cielo azul, nos quita la entereza, nos roba la ilusión, nos deja fuera de juego...
Cualquier cosa, cualquier motivo o circunstancia puede herirnos en lo más profundo. y ahí, no vale la valentía, ni la sabiduría ...
Siempre estamos a solas con la propia sensibilidad y las heridas de la vida llegan de cualquier lugar: los cambios de humor, la falta de ilusión...
Muchas nubes son pasajeras, pero pueden lacerar e incluso cambiar nuestra forma de pensar...
Al ser humano, le cuesta mucho alcanzar la madurez total. Siendo hombres somos niños y hemos de aceptar el bálsamo de las lágrimas...
No todas las nubes de la vida son pasajeras, algunas se quedan...
Te sugiero: anímate en conservar tu cielo azul...
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