Una emoción personal

Como a veces necesitamos al silencio, lo buscamos y sin duda el mismo silencio nos busca, más de una vez...
Hace unos días, buscaba ese silencio y no había forma de dar con él...
Un jardín es, el lugar ideal para encontrarse cara a cara con el silencio, pero, allí me encontré con el ritmo musical del canto de las aves y los violines de la brisa entre los árboles...
Sin saber como decidí de improviso el lugar idóneo para encontrar lo, que buscaba...
Con un sol radiante me metí en la tenue oscuridad de un museo de arte...
Desde la penumbra pude ver, que el silencio me esperaba, nada más gratificante y deseado en esos instantes...
En una de las salas, me sentí observada por una mirada profunda y penetrante y fue entonces cuando lo vi; un único cuadro solitario con el rostro de un niño de grandes ojos azules, por sus mejillas las lágrimas parecían reales y como no supe porque lloraba, decidí comprar el cuadro y llevarme el niño a casa...
Con el cuadro del niño bajo el brazo, llegué a mi hogar, al llegar a casa, la criatura seguía llorando, entonces puse al cuadro de cara la pared y yo también lloré...