Aunque vamos medio dormidos, nuestra otra mitad, nos hace ir despiertos y esas dos mitades nos llevan al desconcierto de verlo todo: en blanco y negro...
Con estos dos colores básicos, empezamos la andadura en la inestabilidad del día a día...
Con el sueño en las pupilas y ese cansancio infinito de las múltiples alternativas, no hay ninguna maravilla que pueda darnos idea de la gran importancia de los interrogantes y los puntos suspensivos que nos esperan...
Cada instante es: un momento de profunda reflexión y cada minuto cuenta, aunque no nos demos cuenta de los latidos del propio corazón...
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