Campo de los girasoles, dónde quedaron tus sueños de niñez, dónde escondiste tu rubor primero...
No llegaste entonces a pensar que, aquellos girasoles de oro en pos del sol, cuando crecieras, no llenarían tu ansia por ese otro oro que, sirve nada menos que, para comprar y pagar y para hacerte olvidar aquellos sueños...
Hoy, no tienes con que soñar y en ese otro mundo tuyo ya nada es igual...
No tienes girasoles, tu campo es la ciudad...
Has crecido, pero en el fondo aún está el niño que, no se cansaba jamás de soñar...
Los sueños forman parte de nuestra vida, soñemos sin cesar...
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