Tras el alto muro, la verde arboleda asoma tímidamente, dejando ver sus ramas lustrosas...
Esos árboles, nacieron para ser libres y convivir con flores y líquenes...
Pero están ahí, en el jardín del vecino, prisioneros...
Y ellos, han crecido desmesuradamente para, poder contemplar el extenso paisaje de colinas y llanos...
Si los árboles son capaces de pensar, seguramente piensan de como escapar de ese jardín prisión...
El ser humano, vive o malvive en su personal prisión, ya sea: un palacio, una casa, una choza...
Tras el alto muro de su vida, el hombre mira y se admira de lo que hay tras él...
Pero se hace incapaz de dar el primer paso hacia su libertad...
Al hombre, le gusta su propia prisión...
Todos tenemos nuestra cárcel personal, cada uno sabe la suya...
No nos contentemos con asomar la cabeza, salgamos a ese otro mundo que, hay tras los muros de nuestra vida y veremos ese otro mundo que nos rodea y comprobaremos, cuanto nos queda todavía por hacer...
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