Las sombras del atardecer van cubriendo los contornos...
Es la hora mágica donde los niños dejan volar su imaginación...
Las altas chimeneas adoptan formas humanas y estáticas sobre los tejados parecen gigantes dormidos...
Los árboles balancean sus largas ramas como si fuesen brazos extendidos al viento...
Los niños imaginan siempre, lo más sorprendente...
El hombre se queda en la superficie, sin ver el profundo mensaje de las cosas.
Al hombre le falta el gran don de la imaginacion, le falta ser de cuando en cuando, un niño e imaginar...
En este atardecer, mis historias se van desgranando, bajo la luz difusa del tibio sol de invierno y los niños que me rodean, imaginan dragones serpenteantes entre la verde arboleda...
¿Porqué, en nuestro mundo de adultos, no podemos imaginar sensaciones irreales, que nos hagan sonreír...?
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