El frío de la noche era tan escandalosamente frío que, nuestra pequeña hoguera nos hizo reír...
Lo bueno de la vida está en lo poco porque, de lo mucho el hombre ya se ha cansado...
Esa hoguera que apenas calentaba hizo que nos pusiéramos a bailar para calentarnos y lo curioso era que: nadie sabía bailar...
La hoguera diminuta hizo que cantáramos para acompañar nuestro baile...
Después de una noche movidita, vimos salir el sol y lo curioso era: que nunca nadie lo había visto...
El frío ya no tenia importancia, la hoguera tampoco, lo sorprendente era que: todos habían aprendido a bailar y cantar y el viento glacial se había convertido en una tibia brisa...
No sabemos de lo que somos capaces...
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