Aunque la calma del mar nos sedujera, no nos dejemos engañar, porque el mar es traidor...
El silencio de la arboleda también nos puede seducir, pero en sus muchos senderos podemos perdernos...
Aunque los demás sean distintos a nosotros, su corazón late igual que el nuestro...
Nada es lo que parece, todos somos sin distinción caminantes en busca de horizontes...
Caminamos a paso lento...Ahí tenemos ese cuadro que iniciamos hace años, esperando las ultimas pinceladas de color...
Ese poema que tanto quisimos escribir, sigue intacto en nuestra mente...
Hay que seguir caminando para hallar nuestra propia identidad...
Acabar ese cuadro y poner en nuestro poema aquello que se desborda en nuestro corazón...
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