Las que salen a la calle con la cara lavada, la sonrisa de oreja a oreja y la palabra pronta.
Están también los que llevan media careta, que van ensimismados en sus cosas y parecen haber olvidado el arte se sonreir.
Los últimos son, los que llevan la mascara completa, parapetados en un maquillaje rejuvenecedor o envejecedor, según la circunstancia, como si fueran seres de otro planeta, hombres y mujeres que van a lo suyo.
Lo triste es, que cada día del año sea carnaval para muchos...Hay que buscar en todo la normalidad, poniendo una pizca de ironía y ser lo más parecido a un niño, porque ellos -los niños- nos enseñan la gran lección de la transparencia...
Un consejo: guarde su disfraz y úselo únicamente para carnaval.
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