La caricia de los días y los zarpazos de los años han cambiado el óvalo de tu rostro y me temo que en tu interior han cambiado muchas cosas más...
Tus caminos de hoy no son los del ayer y la arboleda donde tantas veces soñaste se ha convertido en una quimera...
¿Quién te hizo daño? Quizás nunca lo sepas pero, llevabas la luz en tu regazo y el aire frío de la existencia apagó de un soplo las ilusiones largamente acariciadas...
La arboleda de tus sueños no es un espejismo, ella está donde siempre ha estado, sólo tienes que alzar la mirada para contemplar la singular danza de las tiernas hojas estremecidas...
La caricía de los días son esas horas que pierdes en hallarte en paz contigo mismo...
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