No hay caminos ni veredas que no puedan ser andados y ese río que nos lleva es de un agua turbulenta, que siempre nos aleja de los sueños que soñamos...
Nuestra vida es tan incierta, que ante la menor tormenta nos sentimos desarmados y entonces nos damos cuenta que somos seres humanos...
La pequeñez es cruenta y en los caminos que andamos
cada paso nos recuerda todo aquello que soñamos.
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