Cuando todo queda por decir, nos sentimos defraudados con nosotros mismos...
Y es que a veces hablar es ya saber que nadie escucha...
Sin embargo, cuando todos callan para oirnos, no decimos ni la mitad de todos nuestros argumentos, muchas cosas quedan para el regusto personal...
Los detalles, las verdades y las mentiras se quedan en nuestro interior, formando un denso poso...
En el interior están las respuestas a muchas preguntas y a la superfície sólo se asoma lo básico...
Lo nuestro es convivir con largos intervalos de silencio, saboreando a nuestra manera los acontecimientos...
En lo secreto está la maravilla de la personalidad humana...
Lo que callamos es nuestro, sólo nuestro...
Es un lugar donde no necesitamos palabras.
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